Experiencias en Europa: hay alternativas

La aceleración del vaciamiento poblacional de grandes espacios geográficos, (con la consecuente reconcentración urbana), es un elemento clave en el proceso de mercantilización de la naturaleza que el capitalismo está llevando a cabo. Sin habitantes, las posibilidades de explotación de tierras, agua, minerales críticos o bosques en las zonas de sacrificio, se multiplican. Grandes fondos de inversión y empresas ven en estos recursos naturales (ya sea mediante proyectos energéticos, extractivistas o de monocultivos), un nuevo nicho de negocio rápido. Mientras la “población excedente” crece en las zonas urbanas, el acceso a estas tierras “abandonadas” no parece una prioridad para las Administraciones, sino que en la práctica con sus políticas de desmantelamiento de los “servicios públicos”, colaboran en su despoblación. Frente a esta realidad, la defensa del territorio -con un cuestionamiento contundente del capitalismo-, cobra una importancia fundamental. Algunas experiencias en esta línea en nuestro entorno cercano, pueden ser interesantes.

Terre de Liens es un movimiento popular francés nacido en 2003, que trabaja para facilitar la adquisición de tierras para personas que quieren ser agricultores. Sus objetivos son preservar las tierras agrícolas sacándolas de la especulación, apoyar el traspaso de explotaciones entre agricultores que se jubilan y personas que quieren iniciarse en la agricultura ecológica, fomentar la biodiversidad, revitalizar las zonas rurales y apoyar el medio ambiente, etc. Cuentan con una empresa de economía social y solidaria, La Foncière, estructura de inversión solidaria agrícola, que adquiere fincas de cultivo. Para la adquisición de las mismas, cuenta con su propio capital, que se compone de aportaciones individuales hasta donaciones. Estas explotaciones se alquilan después a agricultores que desarrollan una agricultura ecológica, campesina y de proximidad. Actualmente tienen 19 asociaciones territoriales que constituyen la Federación. Participan en una coordinación a nivel europeo para el acceso a la tierra.

Pro Longo Maï (“¡Que dure mucho tiempo!” en dialecto provenzal) es un movimiento, fundado hace 50 años para apoyar la creación y el desarrollo de comunidades solidarias en las regiones vaciadas del Estado francés. Se reclaman anticapitalistas y actualmente forman parte de una red de cooperativas agrícolas que se han extendido a Suiza, Austria, Ucrania, Alemania y Centroamérica. Históricamente han participado en diferentes luchas anticapitalistas y de solidaridad internacional y han participado en la creación de varios medios de contrainformación como Radio Zinzine.

Su sede está en Basilea, y tiene estructura de asociación de utilidad pública. Su máximo órgano de gobierno es una asamblea anual. La administración es responsabilidad del comité ejecutivo, apoyado por el comité financiero, que se reúne tres veces al año y está formado por representantes de todas las cooperativas. Este comité elabora el presupuesto, organiza los equipos de voluntarios y decide las campañas públicas. En todo el movimiento Longo Maï, las personas trabajan sin remuneración, lo que es un requisito indispensable para llevar a cabo los proyectos y garantizar que las donaciones se utilicen directamente.

L’Atelier Paysan es una “sociedad cooperativa de interés colectivo” fundada en 2009, centrada en el desarrollo agrícola y rural. Su objetivo es apoyar a los agricultores en el diseño y la fabricación de maquinaria y edificios adaptados a una agroecología campesina para potenciar la soberanía tecnológica y la autosuficiencia mediante la reapropiación de los conocimientos. Critican la creciente automatización de la maquinaria agrícola y proponen la introducción de un límite máximo a su potencia de tracción.

En un escenario en el que el 70% de los ingresos de los agricultores proviene de subvenciones, proponen un cambio radical en el modelo agrícola y alimentario, sustituyendo el sistema agroindustrial capitalista por otro basado en una mayor autonomía de los productores agrícolas. Para ello, ofrecen una amplia gama de cursos de formación para las diferentes necesidades.

Denuncian el modelo industrial agroalimentario y los OGM y proponen la instalación de al menos un millón de agricultores a lo largo de 10 años, así como el establecimiento de artesanos en las zonas rurales. Forman parte de la propuesta “Seguridad Social Alimentaria”.

Cuentan con un grupo de asociaciones de apoyo que impulsan la difusión de prácticas de autoconstrucción, adaptación de útiles de labranza, etc.

En “Reprendre la terre aux machines. Manifeste pour une autonomie paysanne et alimentaire”, y en una serie de píldoras de vídeo, sintetizan parte de sus propuestas políticas.

Mietshäuser Syndikat (“sindicato de casas de alquiler”) es un sistema para la adquisición de casas de forma colectiva. Aunque se inició en Alemania en 1992, se ha extendido a Suiza, Francia, Países Bajos y Austria. Se organiza de forma cooperativa y no comercial, para retirar viviendas de la especulación inmobiliaria, garantizando que no puedan ser revendidas en un futuro. Cada proyecto de vivienda colectiva está impulsado por una sociedad limitada formada por dos patas: una es la asociación de residentes del proyecto, que posee el 51% del capital social; la otra es el Syndikat, que aporta el 49% restante. El contrato que los vincula, sin embargo, garantiza que el Syndikat, como organización paraguas que promueve y fomenta el modelo, puede ejercer el derecho a veto en el caso de que una asociación de residentes quiera vender la propiedad.

Antídote (“habitar sin poseer”) es una organización surgida en 2012 que tiene como objetivo reunir lugares autogestionados que deseen poner en común sus títulos de propiedad colocándolos en una sociedad inmobiliaria que gestionarán juntos en igualdad de condiciones. Ya sean granjas, talleres, viviendas o espacios culturales, el objetivo es sacar estos lugares del mercado para ponerlos a disposición de proyectos comunitarios. Es una forma de crear espacios solidarios en los que el uso es independiente de la propiedad.

Como afirman, “en nuestra sociedad capitalista, la propiedad se reduce a menudo al abusus, el derecho a vender la propiedad. El usus, el derecho a usarla, pasa a un segundo plano. El proyecto de Antídote es «invertir esta lógica: volver a poner el usus en el centro y neutralizar el abusus, volverlo inoperante». Concretamente, si tomamos el ejemplo de un árbol, el usus da derecho a dormir bajo su follaje, el fructus a comer su fruto y el abusus a talarlo». Aplicado a un lugar colectivo, neutralizar el abusus significa retirarlo del mercado para que no pueda venderse».

En 2016, surgió la idea de utilizar la figura del “fondo de dotación” para financiar la compra de espacios colectivos, ya sea mediante colectas específicas o permanentes, donaciones mensuales o cuotas de socio. En Antídote, donar dinero no otorga ningún poder político dentro de la asociación. Un pequeño porcentaje de cada colecta se destina al funcionamiento de Antídote (3%, correspondiente a los gastos de notaría, herramientas de recaudación de fondos, etc.). Los terrenos o casas entregados a un fondo de dotación pasan a ser propiedad común. Si hay personas que abandonan los proyectos, llegan otras, sin tener que pagar la entrada por la compra de la propiedad. La propiedad privada se convierte entonces en propiedad de uso.

Clip (Red de lugares con propiedad de los usuarios) son instrumentos para el uso compartido de viviendas y propiedades. Se estructuran a través de asociaciones de usuarios para promover las viviendas solidarias, autogestionadas y apoyar otros proyectos similares.

Clip pretende establecer una relación con la vivienda basada en la propiedad de uso. En términos generales, la propiedad por uso caracteriza el apego de una persona a un bien, reconocido por un colectivo sobre la base del uso y no de la posesión de un título de propiedad. Cuando este tipo de vinculación se rompe, el colectivo vela por que el bien no se convierta en una mercancía y cede su uso de acuerdo con las normas que ha establecido. La propiedad de uso puede instrumentarse legalmente a través de un acuerdo jurídico. En este contexto, Clip es una asociación que agrupa varios proyectos colectivos de vivienda o empresas.

Los ocupantes no poseen ningún título de propiedad personalmente, son inquilinos de la estructura del propietario (Clip) pero son libres de organizar su uso. A nivel financiero, los Clip piden prestado dinero para comprar la propiedad. Este préstamo se reembolsa mediante alquileres, que también permiten financiar un fondo solidario para ayudar a crear otros proyectos Clip. El Clip se reserva el derecho a vetar la reventa de un local, que puede considerarse así retirado del mercado.

AMAP. Asociaciones para el Mantenimiento de una Agricultura Campesina (AMAP, por sus siglas en francés), con 18 años de vida en el país europeo, promueven una alianza entre consumidores y agricultores a través de un trato directo, cara a cara. Conforman una verdadera forma de comercio justo y agroecológico que conserva la calidad del alimento, evita los desperdicios y reducen la huella de carbono en sus desplazamientos. Se estima que entre 2 mil a 3 mil AMAP estarían funcionando en el territorio.